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SALVAS POR GRACIA. VIVIENDO POR GRACIA

  • Ana Cabral
  • 5 sept 2015
  • 4 Min. de lectura

Recientemente he estado leyendo un libro que habla acerca de la búsqueda de la santidad. Éste libro, titulado LA DISCIPLINA DE LA GRACIA, ha sido de mucha bendición para mi vida en los últimos tiempos. En simples términos, el mensaje del libro descansa sobre el hecho de que la gracia que nos salva es la misma que opera en nuestra santificación. El libro es muy simple en vocabulario y ejemplos permitiendo que el lector sea grandemente enriquecido por las verdades profundas que en él se encuentran. En esta entrada quisiera compartir con ustedes algunas enseñanzas que recogí del libro. Espero les sirvan de edificación y ánimo.

Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.

EFESIOS 2:8-10

¡Qué preciosa verdad contenida en tan pocas líneas!

Cuando venimos al conocimiento de que la salvación es por pura gracia, es decir, que nosotras no necesitamos hacer nada para obtenerla pues es un regalo inmerecido de Dios, ¡Cuán aliviadas nos sentimos! Pues la presión de intentar agradar a Dios con nuestras obras desaparece. Dios ya lo ha hecho todo, nosotros solo creemos, pero aún la fe que hoy tenemos en ÉL es una obra generada por Dios. En el libro que mencioné anteriormente, el autor da una definición de fe que me gustaría compartir con ustedes:

“La fe es la mano mediante la cual se recibe la justicia de Cristo. La fe sola no tiene mérito; de hecho por su naturaleza es excluyente. Involucra nuestra completa renuncia a toda confianza que tengamos en nuestra propia justicia y depender totalmente de la perfecta justicia y muerte de Jesucristo.” (Bridges, 1994)

Unas líneas más adelante Bridges continua, “La fe, repito, es solamente la mano que recibe el don divino, e incluso es Dios a través de su Espíritu Santo el que nos abre las manos para recibir el regalo”. (Bridges, 1994)

Es importante recordar esta gran verdad: Nuestra salvación es completa y perfecta en un ciento por ciento por la obra que Cristo ha hecho en la Cruz del Calvario. Nosotros no nos la ganamos por nuestros méritos, pues ¿qué puede haber de bueno en pobres pecadoras como nostras si aún nuestras mejores obras están llenas de pecado?

“Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia” Isaías 64:6


La gracia de Dios es entonces la que hizo posible nuestra salvación. ¡Cuán dulce es oír estas palabras, cuán precioso es saber que son verdad!


La obra de gracia no termina allí, como podemos apreciar en el siguiente versículo la gracia que nos salva es la que opera en nosotros o nos enseña por el resto de nuestras vidas.

“Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente.”

Tito 2:11-12


En este versículo vemos claramente como la gracia de Dios que nos ha salvado es la que nos enseña cómo vivir. La palabra traducida como enseñar tiene un significado aún más profundo de la que podemos apreciar en el español ya que “abarca tanto la instrucción, como también la amonestación, la reprensión y el castigo, aplicados todos en amor y para el beneficio del niño;” (Bridges, 1994) es la misma palabra que aparece en Efesios 6:4 cuando Pablo exhorta a los padres a criar a sus hijos en “disciplina y amonestación del Señor.” Entonces esta palabra aplicada en el plano espiritual tiene que ver con “toda instrucción, todo reprensión y corrección, y toda penalidad en nuestra vida dirigida providencialmente, que esté encaminadas a cultivar el crecimiento espiritual y el carácter piadoso” (Bridges, 1994). Podemos decir entonces que “LA GRACIA…NOS ENSEÑA”.


La ley de Dios nos muestra el estándar que Dios pretende, pero no nos da las herramientas para alcanzarlo. “Entonces donde la ley condena, la gracia perdona a través de Jesucristo. Donde la ley manda pero no da ningún poder, la gracia manda pero sí otorga poder por medio del Espíritu Santo que vive y obra en nosotros.” (Bridges, 1994)


Debemos predicarnos el Evangelio a nosotras mismas cada día. El recordar de continuo que ya hemos sido lavadas por pura gracia en la sangre preciosa de Cristo en la Cruz es lo que nos llena de ánimo y le da vigor a nuestros huesos y nos permite seguir firmes en la carrera. Y cuando utilizo la palabra “firme” no me estoy refiriendo a que no pecaremos más, sino al hecho de que aún si pecaremos (que de cierto lo haremos), es Cristo mismo quien nos dará las fuerzas para levantarnos, y es ÉL quien misericordiosamente nos perdonará.

Su gracia nos salvó, y su gracia nos guardará.

Jerry Bridges, LA DISCIPLINA DE LA GRACIA. (Colorado Springs, Colorado NavPress, 1994)

 
 
 

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