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¡Cuán grande es ÉL!

  • Ana Cabral
  • 27 ene 2016
  • 3 Min. de lectura

“Mi corazón entona la canción,

¡Cuán grande es ÉL!

¡Cuán grande es ÉL!”


Una vez leí en un pequeño estudio bíblico que las grandes verdades del Señor son realmente verdad independientemente de que nosotros las reconozcamos o no, independientemente de nuestro parecer. Esas grandes verdades son ciertas porque Dios así lo ha dicho. Dios es increíblemente grandioso, aunque muchos hombres no lo vean.


Decidí empezar esta entrada con algunas pocas líneas de un precioso himno que habla de la grandeza de nuestro Dios. La grandeza de nuestro Padre Celestial es evidente en cada rincón de la tierra. No existe un solo espacio en este mundo, por más pequeño que sea, en el que no se evidencie la mano del Creador. Al contemplar la creación, mi corazón exclama “¡Oh Jehová, Señor nuestro, Cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra!” Salmo 8:1


“Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, y la luna y las estrellas que tu formaste, digo: ¿Qué es el hombre para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre para que lo visites?” Salmo 8:3-4


¡Gracias Señor por haber compartido con nosotros, pobres pecadores, tu perfecta creación!


Cuando no conocía al Señor, la naturaleza me era francamente indiferente. Si bien era capaz de maravillarme por un bello amanecer, no era consciente de que lo que estaba en frente mío era una obra maestra, única en su especie, irrepetible y sublime, ejecutada perfectamente por Dios. Hoy en día, puedo ver que esto es así. Y no dejo de maravillarme en que Dios pincela el manto que cubre la tierra con una acuarela única y no sólo hace eso, sino que también lo comparte con todos nosotros, creamos en El o no. Como afirma Mateo 5:45, nuestro Padre “… hace salir su sol sobre malos y buenos (…) y hace llover justos e injustos.”


Observo que cada creyente es capaz de maravillarse en un aspecto distinto de la creación. Algunos son profundamente impactados por la gran variedad de plantas y flores que existen, pues aún las flores más silvestres fueron minuciosamente diseñadas y son delicadamente cuidadas por el Señor (Mateo 6: 28-30). Otros hermanos se asombran de cómo los animales salvajes son capaces de sobrevivir en los lugares más recónditos del planeta. Cazan, se alimentan, procrean y embellecen los paisajes a su alrededor. ¡Todo eso fue creado por nuestro Dios! (Salmo 50:10-11) También existen hermanas que aman ver el nacimiento y crecimiento de los niños, pues Dios les ha dotado de habilidades increíbles, tanto es así que en unos pocos meses ya caminan y hablan.


En lo personal, hay ciertos aspectos de la creación que me apasionan sobremanera. Uno de ellos, como ya lo habrán notado, es contemplar el cielo. Adoro ver los cielos despejados, el color celeste envolviendo el planeta, como abrazándolo. Pero también me encantan los atardeceres con algunas pocas nubes, donde los colores rosados, violetas, naranjas y amarillos se mezclan haciendo los más preciosos diseños. Sé que solo los puedo ver allí. Mi alma exclama junto a salmista: “Los cielos cuentan la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra de sus manos” Salmo 19:1


También doy gracias a Dios por poder ver los colores. Algo tan simple, pero que lo cambia todo. Los colores en las flores, las hojas de los árboles, las escamas de los peces, el verde del mar y todo lo que nos rodea.


¡Gracias Señor porque tú has embellecido tu creación con una gran variedad de colores que hacen de este mundo un lugar más precioso aún!


No sé ustedes, pero a mí me asombra el hecho de que Dios le ha dado al hombre la inteligencia y aún la gracia para conocer lugares profundos en el mar y altos en las montañas y adentrados en la selva y lejanos en el desierto e infinitos en las galaxias. ¡El Dios eterno comparte con nosotros su obra maestra! Todos los hombres son capaces de contemplarla y disfrutar de ella, pero solo los hijos de Dios son movidos a adorarle por su creación. Si eres capaz de ver a Cristo detrás de todo lo que tus ojos ven, da gracias al Creador por darte el privilegio de verlo a ÉL detrás de la naturaleza.


Aún existen lugares que los hombres no conocen y probablemente jamás lo harán, y me gozo en ello pues esos lugares existen solamente para la gloria de Dios y para mostrar CUÁN GRANDE ES ÉL.

“He aquí, estas cosas son sólo los bordes de sus caminos;

¡Y cuán leve es el susurro que hemos oído de ÉL!”

Job 26:14

 
 
 

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