SEGURA DE IR AL CIELO
- Lilia Fornazarich de Maidana
- 6 sept 2015
- 5 Min. de lectura
“Segura de ir al Cielo” (San Juan 5: 24)
Me llamo LiliaFornazarich de Maidana (Chely). Nací en un hogar muy católico, en Concepción, Corrientes, República Argentina. Soy la mayor de tres hermanos.Para mi familia era costumbre asistir todos los domingos a misa y rezar el rosario frecuentemente. Celebrábamos cada fiesta de guardar, concurríamos a las novenas de cada celebración.
Los días de “Semana Santa” para nosotros eran días muy especiales, cumplíamos religiosamente no comer carne los viernes de “Cuaresma” y el “Viernes Santo”. Ese día visitábamos la Iglesia y con mamá meditábamos un libro católico que ella tenía, en donde en base a los sufrimientos de Cristo se nos hacía preguntas sobre nuestras vidas.
Cuando hice la “Primera Comunión” me acuerdo que puse atención que experimentaba al comer por primera vez la “Hostia”, pues según nos decían era “el cuerpo de Cristo”. Al año siguiente hice la “Confirmación”.
Cuando fui creciendo, empecé a prestar atención quése decía en la misaque se debía hacer para ir al Cielo. ¡Por nada quería ir al Infierno! Allí escuche que debíamos hacer obras por nuestros semejantes. En cierta ocasión el Sacerdote dijo que se necesitaba Catequistas para enseñar a los niños y también nos invitó a formar parte de la “Legión de Hijas de María”. Sin dudarlo, me inscribí en ambas y empecé a enseñar a los niños el “Catecismo”, al mismo tiempo que hacía mi Secundaria. También ayudé a rezar el Rosario guiando al pueblo por los altavoces de un vehículo en la procesión de la Virgen junto con una prima (ella rezaba el “Dios te salve…” y yo el “Santa María” etc.), otrasveces guiaba el Rosario antes de la misa de las Novenas. Todo esto lo hacía para ganar méritos para ir al Cielo.
Al mismo tiempo me confesaba al Sacerdote tratando de ir limpiándome de pecados para asegurarme la entrada al Cielo. Pero me empezó a preocupar que aunque confesaba todos los pecados que me acordaba (por ejemplo pelear con mis hermanos),sin embargo,no sentía mi conciencia limpia, sino más bien que mis pecados eranuna pesada carga que iba agrandándose. Ademásme inquietaba que siempre confesaba los mismos pecados, no había progreso y pensaba que,si Cristo venia, ¡no tenía ninguna esperanza de entrar al Cielo!.
Pero la gracia de Dios puso en el camino de nuestra familia la Palabra de Dios, primero un Evangelio de San Juan que de chicos encontramos entre los libros de mi abuela y leíamos con mis hermanos especialmente en “Semana Santa”. Luego llegó a casa una oferta de cuatro tomos de una Biblia autorizada por la Iglesia Católica. Mis padres la compraron y me propuse leerla desde el Antiguo Testamento, pero como tenia aclaraciones al pie y eso también leía, iba muy lenta en mi lectura.
Cuando terminé mi Secundaria,a los 18 años, fui desde Concepción a vivir a Corrientes, Capital, para estudiar la carrera de Abogacía. Allí en Corrientes ya vivían mis hermanos estudiando la Secundaria.Unode ellosnos contaba que un compañero de estudios,cristiano evangélico, le decía que según la Biblia la Salvación del alma era solo por el sacrificio de Jesucristo, no pornuestras obras. Con el tiempo mis dos hermanos abrazaron esa fe, pero yo me resistía. No podía creer que todo fuese tan fácil, decía “no puede ser que con solo creer, sin hacer nada, Dios nos regale la Salvación. Algo tenemos que hacer”. Y teníamos largas discusiones.Ellos me recomendaron que lea la Biblia, especialmenteel Evangelio de San Juan y así lo hice. Y cuál fue mi sorpresa cuandoleí que se podía estar seguros de tener vida eterna. Cristo mismo dijo una y otra vez en este Evangelio: “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida” (San Juan 5: 24). “De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna” (San Juan 6: 47), etc.Y lo decía en presente “tiene”, no “tendrá” o “tal vez tenga” y me ASEGURABA la Salvación, la Vida Eterna, solo por CREER en Cristo.
¡Esto era contrario a lo que me habían enseñado!.¿Qué iba a hacer? ¿Creer a la Biblia o a la Iglesia Católica?Pero si creía a la Bibliapensaba:“¡Mis padres y parientes son católicos y no van a aceptar que crea esto!” y esto me turbaba. Pero luego pensé: “de qué vale que esté bien con todo el mundo y luego me vaya al Infierno, ¡prefiero estar bien con Dios e irme al Cielo!”.
Y fue así que una noche del mes de Diciembre de 1981, a los 19 años, recibía Cristo como mi Único Salvador. Fue el día más feliz de mi vida, me acuerdo que dentro mío había una fiesta, casi no podía dormir pensando: “Nunca más voy a ir al Infierno, ¡tengo el Cielo asegurado! Todos mis pecados pagados. Dios no tiene nada contra mí, ¡soy salva!”.
Tomar esta decisión para mí fue como un salto al vacío, pues no sabía lo que me esperaba. Sin embargo Dios me sustentó. Hubo luchas, pero no estaba sola. Dios estaba conmigo dándome fuerzas y cada vez mayor seguridad, como el Apóstol Pablo podría decir “porque yo sé en quién he creído…” (2 Timoteo 1: 12).
Es así que con los pocos versículos que sabía, expliqué mi convicción a un Sacerdote a quien mi mamá me llevo para que me convenza, (él me hablaba de las buenas obras como necesarias y yo le contestaba quecreia lo que la Biblia decía “el que cree en mi tiene vida eterna”).Luego enojado me echó de allí. Yo salí feliz de ese lugar (antes esto hubiese sido terrible para mi).
Tambiénles explicamos nuestra fe a unos tíos muy católicosque vinieron muy enfurecidos a persuadirnosy a decir a mis padres que nos echen de la casa, gracias a Dios mis padres no les hicieron caso. Luego en mi pueblo de Concepción (Corrientes)mi hermano y yo fuimos llevados por una amiga de la infancia (a quien hablamos de Cristo) a la Parroquia del pueblo donde nos esperaba el Sacerdote junto con muchos jóvenesy adultos…El Sacerdote en ningún momento abrió la Biblia que trajo, solo citaba razonamientos, al igual que los demás. Allí manifesté que el cambio nuestro se debía a que supimos que “sin derramamiento de sangre” no hay perdón de pecados(Hebreos 9: 22), por lo tanto la sangre de Cristo es laúnicapagaque Dios acepta por nuestros pecados. Pronto el Sacerdote se retiró y quedamos explicando a los demás con la Biblia del Sacerdote. Años más tarde un pariente político presente en esa reunióncreyóen Cristo como su Único Salvador y también la joven que nos llevó allí.
Después de 6 años, y antes de casarme (como pedí al Señor)nuestros padres tambiéncreyeron enCristo como su Único Salvador ¡que gozo!.
En los comienzos de mi vida cristiana participé de las actividades de laIglesia Bíblica de Corrientes, donde me congregué, repartiendo tratados puerta a puerta, visitando con los jóvenes de la Iglesia los domingos el Hospital de Niños para cantar y hablar de Cristo y teniendo clases bíblicas con niños al aire libre. También cursé y terminé en 5 años el Instituto Bíblico en dicha Iglesia. Al mismo tiempo me recibí de Abogada en la Facultad de Derecho de Corrientes, Argentina.En la misma iglesia conocí al que es mi esposo.Diosnos ha dado unhogar muy feliz (25 años de casados) junto atres preciosos hijos, Anabel,Josué y Timoteo,hoy ya jóvenes que conocen al Señor. Actualmente estoy sirviendo hace 18 años como misionera junto a mi esposo José en Asunción y en el interior del Paraguay, anunciando con la misma seguridad que me da la Palabra, que hay un solo camino al Cielo, y que (Hechos 4: 12): “…no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”: Cristo Jesús. A Él sea la Gloria por siempre. Amén.
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